Este ha sido un fin de semana completamente atípico y no me refiero sólo a lo del curso de buceo, del cual tenía la salida al mar; si no por la extraña gente que ha pasado ante mis narices desde la cena del viernes.
Encontrábame yo con mi
acompañante en un terracita dispuestos a cenar cuando un borracho armado con su
brick de vino, se toma la confianza de sentarse en nuestra mesa y comenzar a comernos el tarro.
Después de mucho insistir amablemente (y luego no tan amablemente) de que se largara a freir espárragos, aparece una buena mujer con un manojo de cruces de madera intentando endosarnoslos (porque, claro, tenemos muchísimas pintas de ser creyentes nosotros y tal...).
Entre esto, el señor que saludaba con un periódico al aire, o a algún ente que yo era incapaz de ver y el ataque que he sufrido al casi alcanzarme un desquiciado con un mechero desde un balcón, que no se le puede llamar de otra manera, creo que voy a pasar bastante de salir a la calle.
Lo más curioso de todo es que el viernes teníamos una clase de conversación en la academia de inglés, y el tema fue la seguridad, al final concluimos que Valencia es un lugar medianamente seguro para vivir, pero creo que los ultimos acontecimientos me van a hacer cambiar de opinión.
Para los interesados, si le dais al vinculo que he incluido en el texto, llegareis hasta el blog de mi acompañante, con el que me he puesto de acuerdo para hablar de lo mismo y hacer un pequeño experimento. Y a ver que tal sale.